Entre música, cantos y mucha alegría se celebró el afloramiento de los cultivos en los “yapus” –chacra en quechua– del barrio Alto Tacagua de La Paz.
Los Intis, como se denominan los jóvenes asociados a la coparte Intiwatana, vestidos a la usanza de los carnavales y tocando sus instrumentos musicales, junto a los abuelos, docentes, pobladores y dirigentes del barrio, encabezaron la celebración de gratitud por los primeros cultivos en el marco de una iniciativa que recrea en la urbe la agricultura urbana, como parte de la propuesta de “Barrios Conviviales. Los “yapus” urbanos son pequeños espacios que se hallan entre las escaleras y las viviendas de cada familia, en la que siembran una diversidad de productos como: habas, papas, cebollas, plantas medicinales, aromáticas, arvejas, flores, etc.
En la tradición andina, febrero es el mes en que la Pachamama (Madre Tierra) nos brinda sus primeros frutos. El humano agradece y le acompaña en su florecimiento con frutas, licores, serpentinas de colores y todo tipo de misturas, hablándole, cantándole, y bailando alrededor de ella. Uno de los momentos íntimos y rituales es cuando usualmente la dueña del “yapu” extrae una papa. En este momento la papa es Ispalla (deidad de la papa) y esta denominación es extensiva a la mujer. Los humanos celebran convertidos, las mujeres en Ispallas, y los varones en “muchus” semillas de los granos.
Intiwatana, con sus jóvenes músicos y sus tarkas, alegró esta fiesta comunitaria que tuvo como uno de sus puntos culminantes la celebración de un ritual en uno de los pozos de agua donde se halla una roca o illa, un lugar sagrado, donde una treintena de personas se congregó para agradecer a la Pachamama por sus frutos, y recrear una vez más el sentido de comunidad que es una de las características de la convivialidad.
Esta iniciativa, que acompaña Intiwatana en el marco del Proyecto Regional Andino PRA, surgió desde los vecinos del barrio Alto Tacagua, para recrear en estos jardines que ahora llaman “yapu” (chacra en quechua) la agricultura que practicaban y todavía lo hacen en sus comunidades de origen.
Más allá de los conflictos socio políticos que hace nomás unos 3 meses vivió Bolivia y que ocasionó el deceso de decenas de sus pobladores, la fiesta parece ser uno de los medios que tiene esta sociedad para devolver la armonía a sus pobladores y a la naturaleza, y recuperar lo que ellos llaman el “ajayu”, esa otra forma de vida o ánima que anida en cada quién y que en los conflictos se extravía dejando al humano en desarmonía. En Tacagua, la fiesta a la Madre Tierra culminó en un compartir la amistad con una comida comunitaria o aptaji y bailes.