A fines de enero, 14 jóvenes de la región Puno, pertenecientes al proyecto “Niños y jóvenes quechuas y aymaras cosechando agua de lluvia”, participaron de una pasantía hacia la experiencia de siembra y cosecha de agua implementada por la organización ABA en Ayacucho.
Esta experiencia de encariñamiento con el agua, y con los saberes de la comunidad Ayacuchana era el sueño esperado. Ellos, subieron desde los 2,800 hasta más de 4600 msnm, donde se encuentra la comunidad Tuco; y en ella las inmensas qochas (lagunas).
Noelia Quispe joven quechua de Tuni Requena (Puno) manifestó en la visita a la siembra de agua “… cuanto trabajo habrá costado y hay tanta agua…”
Edgar Vilcanqui, Director del Colegio Agropecuario de la comunidad Potojani Grande acompañante de los jóvenes reiteraba “esta agua que estamos llevando vamos a sembrarlo con los jóvenes en el manantial Chawlliri y en los ojos de agua comunales y así llamar más agua en nuestra zona…”
Lorenzo Núñez de ABA Ayacucho; quien acompañó en todo el recorrido, explicó que “… la siembra y cosecha de agua de lluvia son experiencias comunales de muchos años, lo que se hace es restituir esos saberes. Lo que hacemos es almacenar agua superficialmente en diferentes lugares de las alturas, eso hace que se infiltre en el suelo y permite que las qochas tengan más agua tanto en la parte alta como baja. Todo esto se realiza con los jóvenes en trabajos comunales, ya que incrementa los saberes de como cuidar y sembrar el agua de lluvia, además evita problemas entre diferentes comunidades y familias, es una manera de desterrar la pobreza”.
Los Jóvenes aymaras y quechuas, estuvieron unidos por un mismo sentimiento de aprendizaje, reconocieron vivencias diferentes, que es posible de replicarse en sus propias comunidades.
La alegría de esta visita se compensará cuando las aguas que se llevaron en sus recipientes a Puno, sean sembradas en los ojos de agua tanto de Tuni Requena como de Potojani Grande, espacios de dos culturas diferentes, pero que comparten un solo sentimiento de bienestar común para todos. Es imposible criar y cosechar el agua si no se tiene el cariño ritual comunal.
Esta experiencia de Ayacucho nos permite incorporar creativamente en nuestros lugares de vida tanto en el espacio Aymara como Quechua los derechos ecológicos. También, será punto de partida de generar alternativas de vida orientada al buen vivir.