Entusiasmo, alegría y mucho amor; son lo sentimientos que reflejan lo niños, niñas y adolescentes del centro para el buen vivir del distrito de san jerónimo Cusco, luego de ver, emerger de la madre tierra el fruto de su esfuerzo y sacrificio, cuidado y dialogo con los abuelos conocedores del cultivo. El preparado de terreno fue arduo, nuestra Madre reseca ofrecía resistencia y las manos frágiles de los niños que en continuo esfuerzo lograban remover el terreno cambiaban a una coloración más rojiza, los abuelos nos dijeron que es el año de la papa, entonces era propicio promover su cultivo, Aprendimos que nuestros antepasados sabios y tozudos la domesticaron y que el proceso de domesticación significó un esfuerzo que duró muchos siglos, a través de los cuales los hombres andinos fueron analizando el ciclo vital de las plantas, el perfeccionamiento genético de los vegetales útiles y tóxicos (Guarikes, 2012), vimos también como salvó de la hambruna a Europa, hoy en día la papa es imprescindible en prácticamente cualquier dieta, casa, cultura… en casi todo el mundo (Lampadia, 2016).

Nuestra faena empieza agradeciendo a la Pachamama por los productos que nos va a dar, y con los Quintus en el pecho, suplicamos a nuestros Apus tutelares su protección, la chicha calmará la sed de nuestra madre tierra y la nuestra. Con herramientas al hombro ingresamos a nuestra chacra, las sonrisas estallan pues un tamborocoto (fruto externo de la papa, forma de un tomate pequeño, de color verde) impacta en la espalda de Johan, se crea el desorden y una guerra de proyectiles verdes hace girar la cabeza de los vecinos del barrio, hay alegría, porque hoy es nuestra cosecha, la música marca el ritmo de las herramienta ingresando a la tierra húmeda y extrayendo de sus entrañas el tubérculo sagrado,- mira que grande- dice un niño y el asombro de los demás se expresa, las manos de los niños buscan con afán entre cada surco el alimento saliente, otro grito en nuestra labor, y carcajadas estallan, pues la espalda del guía recibe una papa madre (la semilla que se sembró, pero por el tiempo termina como un a mazamorra dentro de la cascara) y termina marcando su huella en forma de estrella.

El tiempo es corto y aunque nuestra chacra es pequeña y está en la ciudad, es necesario avanzar el crepúsculo se acerca. Las niñas extraen la tierra que queda en el producto y las separan en costales para su traslado. Se termina la faena ahora todos con alegría nos movemos, pues las primeras papas en ser cosechadas ya fueron cocinadas, y nos esperan para saciar nuestra hambre, en círculo disfrutamos de tan riquísimo aperitivo, sin antes no ofrecerle a nuestra madre tierra la primera papa como ofrenda de agradecimiento por su amor y protección, pero algo nos causa curiosidad y Preguntan -¿Por qué hay muchas con gusano? El abuelo no dice que las lluvias ya no deberían continuar con ella el terreno sigue húmedo y se incrementan la presencia de los papa kuru(gusanos de la papa).

Estas experiencias vividas son parte del proyecto “niños, niñas y familias recuperan saberes propios de buen vivir para la adaptación al cambio climático” que Terre des Hommes Alemania promueve de la mano con Inti Runakunaq Wasin, Cuzco – Perú.

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