El 24 de diciembre, horas antes de noche buena el presidente Pedro Pablo Kuczynski otorgó el indulto humanitario a Alberto Fujimori, sentenciado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad. El hecho ha provocado rechazo de los más importantes organismos mundiales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos CIDH que indica no cumple con los requisitos legales, o el Parlamento Europeo que envió una carta abierta al presidente peruano manifestando que el indulto sabotea las investigaciones criminales sobre casos como Barrios Altos y La Cantuta. Desde que se diera la noticia la población peruana ha manifestado su rechazo en marchas masivas efectuadas en las principales ciudades del país e incluso en el extranjero. Arena y Esteras siempre se ha hecho presente en las calles para manifestase ante las injusticias, el autoritarismo y toda forma de violencia o amenaza a la democracia.
La coyuntura nos motivó a reflexionar con niños y adolescentes del proyecto “Comunidades agrícolas y artísticas” y decidimos participar en las marchas del 11 y 30 de enero, ambas multitudinarias. Fueron 17 chicos y chicas con personajes que representaban a los expresidentes (algunos presos actualmente, otros con orden de captura) todos con trajes a rallas acompañados de la música de tambores. Además de dos mujeres con la bandera de la paz y la peruana, ambas gigantes. La reacción generada fue increíble, pues transeúntes y asistentes a la marcha expresaban emociones de indignación, vergüenza y reclamo ante lo que se considera un retroceso para la democracia en el Perú y un evidente pacto de impunidad con el actual presidente, quien fuera “salvado” de la vacancia presidencial al confirmarse que recibió dinero de Odebrecht, empresa brasileña que ha sobornado a políticos en toda América Latina.
Promover la participación de nuestras infancias y juventudes en los contextos políticos determinantes es la mejor forma de educarlos en la democracia y en la defensa de sus derechos. Su participación desde propuestas teatrales les ayuda además a analizar la realidad y expresarla de forma creativa y simbólica. Generar en ellos seguridad colectiva para ejercer su legítimo derecho a la denuncia y al uso del espacio público para la protesta pacífica es asegurar en ellos una ciudadanía activa y participativa. La reflexión posterior a los eventos propició diálogos en torno a su propia realidad y los de su familia en el ambiente de iniquidad en que viven, ya que Villa El Salvador es uno de los distritos de mayor pobreza en la capital. Ahora sus ganas de transformar la realidad en la que viven es mayor!!!