En el Día Mundial de la Educación Ambiental
Es una de las premisas del proyecto que la coparte Apadim lleva adelante desde hace un año y medio en cooperación con tdh Alemania y articulando con doce escuelas, organizaciones y otros actores sociales de Córdoba. En esta nota repasamos las claves de esta iniciativa.
Andrea Martínez es la coordinadora de este proyecto, que tiene el nombre “Promoción de derechos humanos y ecológicos de NNAJ desde una perspectiva inclusiva”, ella encuadra el proyecto: “buscamos que esta iniciativa se desarrolle en un entrecruzamiento que consideramos muy necesario pero poco explorado y reflexionado por las prácticas sociales, entre los derechos ecológicos, entendidos como derecho humano, y por lo tanto en relación a los demás derechos humanos, y la perspectiva del modelo social de la discapacidad, que implica por ejemplo el derecho a la participación de las personas con discapacidad o la educación inclusiva en materia ambiental”.
“Elaborar ese entrecruzamiento desde las acciones de un proyecto, implica una intervención creativa y original que el proyecto se propuso desarrollar en cuatro ejes que congregan un amplio abanico de acciones”. El primero es el directamente vinculado con la educación ambiental de niños, niñas y adolescentes con y sin discapacidad: el equipo de Apadim articula con escuelas primarias y secundarias para, a partir de un material teórico/didáctico de base, construir de manera participativa, entre docentes y estudiantes una propuesta pedagógica en torno a los derechos ecológicos, de manera transversal en las asignaturas de ciencias naturales, ciencias sociales, participación ciudadana, vida en la naturaleza, tomando como referencia Ley de Educación Ambiental Integral, que Argentina promulgó en 2021. Hasta ahora, más de 600 niños, niñas y jóvenes, de doce instituciones participaron de este proceso, que en los hechos incluye visitas al circuito agroecológico que la institución también ha fortalecido con el proyecto, y el desarrollo de proyectos específicos en cada escuela, como huertas en las escuelas, la plantación de árboles frutales, la producción de alimentos con insumos de cultivos propios, el tratamiento sustentable de residuos, etc.
La perspectiva inclusiva está presente tanto en los encuentros y las actividades comunes que se realizan en la granja de Apadim, como en los materiales de estudio, que consideran la accesibilidad, a partir de criterios como lenguaje sencillo, o los formatos múltiples. Por ejemplo, han realizado adaptaciones a materiales de Epec o Aguas Cordobesas, sobre cuidados del agua o la energía, que estas empresas entregan en las visitas educativas. Algunas de estas producciones el equipo las va compilando y sistematizando en una carpeta drive, y que está disponible para todo el mundo aquí https://drive.google.com/drive/folders/1LFpy6bEkFJaX77KwVQ5dmjn1ll0pj84W?usp=sharing
El proyecto también permite acceder a los educadores de Apadim y de las organizaciones que participan del proyecto a diversas capacitaciones que ayudan a contar con más herramientas para desarrollar las actividades.
La segunda línea del proyecto tiene que ver con la producción Agroecológica y sustentable, que brinda a niñxs, jóvenes y familias distintas experiencias de producción de cultivos en huertas familiares, de alimentos saludables, y de productos ecológico/sustentables, promoviendo un reconocimiento de las familias y sociedad sobre lo valioso de estas prácticas, que son impulsadas por niños, niñas y jóvenes con y sin discapacidad apoyados por el proyecto.
La búsqueda de este reconocimiento es estratégica para el proyecto. “Los conflictos ambientales, económicos y sociales están mutuamente imbricados, y a pesar de ser los chicos y jóvenes la población más afectada por la crisis en esos tres planos, sus voces son las menos escuchadas en los debates sociales y políticos en estos temas. Y menos aún en el caso de niños, niñas y jóvenes con discapacidad”, agrega Verónica Casales, integrante de Apadim, quien en el marco del proyecto se desempeña como educadora ambiental, llevando adelante buena parte de las capacitaciones y las articulaciones con las escuelas. Ante esa ausencia, la planificación incluyó una tercera línea de trabajo dedicada a que los y las participantes de la institución y de las demás escuelas y organizaciones aliadas realicen un “relevamiento participativo de conflictos socioambientales y buenas prácticas juveniles, familiares, comunitarias”. La idea en definitiva es el ejercicio de un mapeo colectivo y participativo, la elaboración de informes sobre vulneración de derechos, desde el protagonismo de los propios niños y jóvenes, con y sin discapacidad, y la incorporación de esas producciones, de esas voces, en las demandas sociales de colectivos de organizaciones y movimientos ambientalistas.
Así lo explica Martínez: “Más que hacer nuestros informes y demandas y presentarlas directamente a los funcionarios locales o provinciales, lo que pretendemos es incluirnos, incluir las miradas de niños y niñas, de jóvenes con y sin discapacidades, al trabajo de incidencia que ya vienen realizando muchas organizaciones dedicadas a estos temas, organizaciones de jóvenes que vienen luchando por los derechos ambientales, por ejemplo”. Para ello, la institución está generando las articulaciones con algunas de estas organizaciones y espacios colectivos. La participación de jóvenes de la institución en la Feria Agroecológica, o en el Ferión Ambiental de Río Ceballos, son consecuencias de estas búsquedas.
Finalmente, el proyecto desarrolla de manera transversal, una acción de visibilización pública del proyecto y de sus resultados, a través de la difusión de acciones y campañas para la toma de conciencia, siempre desde la participación de la niñez y juventud.